08 marzo 2010

Deliberar sobre el lenguaje

Donde manda la palabra, conocer su significado y entrever su intencionalidad no es precisamente tarea inútil. Consumir el léxico críticamente, tratar de hablar o escribir con propiedad y honestidad, y hacerse preguntas resulta del todo necesario, pues las palabras a menudo encierran ideología



  • Si hay europeos antiamericanos y socialistas anticlericales, ¿no hay americanos antieuropeos o clérigos antisocialistas?

  • ¿A presidentes elegidos en las urnas cuyas medidas traen consigo miles de muertes se le puede llegar a calificar de sanguinarios, o este es un adjetivo absolutamente inapropiado entre demócratas?

  • ¿Cuestiones como esta dan lugar a la censura o la autocensura en la profesión periodística?

  • ¿Matando terroristas se limpia el mundo de terroristas?




El lenguaje es selectivo


El pragmatismo, el permisivismo o el patriotismo son conceptos que se emplean o se descartan, según lo practiquen unos u otros:


  • ¿Por qué no se habla de "permisivismo moral" para denunciar lo bien que tolera la globalización la desigualdad extrema?

  • ¿Por qué no se denuncia con energía la "desintegración" o "disolución familiar" causada por el hambre, las enfermedades y la falta de oportunidades?

  • ¿Por qué los sustantivos "tibieza" o "ambigüedad" nunca se utilizan para denunciar la falta de determinación en la lucha contra la pobreza?
    Las contradicciones cantan, aunque ciertamente las portamos todos.



Aprender a distinguir las palabras:

  • No es lo mismo hablar de "tiranía" que de "abuso". De "lenguaje discriminatorio" que de "lenguaje que algunas minorías consideran discriminatorio". De "desigualdad" norte-sur que de "desajustes". No es lo mismo aprender que Castilla "conquistó" Navarra que Navarra se "incoporó" a Castilla. Y en cuestiones vitales hablemos con propiedad: digamos matar y no dar muerte, como si fuese más digno; ni mucho menos eliminar, como si fuese más limpio. Porque obviamente quienes matan y mandan matar causan matanzas, no eliminaciones.




  • Para el filósofo Arnold I. Davidson (La Vanguardia 3-3-04), "los niños preguntan y preguntan y todas sus preguntas acaban en un por qué trascendental, cuestiones profundamente filosóficas. Sin embargo, cuando nos hacemos adultos dejamos de hacernos preguntas profundas (...) Sólo las preguntas pueden cambiarnos la vida".

La imagen, de macfacitar, a través de Flickr

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