22 febrero 2012

La cooperación, como política con mayúsculas

En las ONGD ha faltado una dimensión política de la comunicación en la medida de que muchas de estas organizaciones han carecido de esa dimensión en su identidad global.

Un problema de emisión 

Mucha de esa comunicación no llega más que a los ya convencidos/as. La cooperación no se lee, porque no indigna ni emociona, salvo en momentos puntuales. La idea de bien común está debilitada.


Fundamental, entonces, para que las ONGD sean eficaces en su comunicación, dotarse de un mejor discurso y deconstruir un lenguaje hegemónico que responde a marcos conceptuales (modos dominantes de pensar, sentir y actuar) cercanos al liberalismo falaz de la mano invisible.

Un problema de identidad
Falta contenido en el discurso, y capacidad de incidencia cultural, algo que se venía denunciando desde hace años en espacios más bien minoritarios y que ahora se ha puesto más de relevancia en este tiempo de crisis. Es necesario hablar más pero sobre todo mejor (con mucha mayor profundidad y creatividad intelectual) de derechos y de desigualdades en el acceso a esos derechos. Aunque las ONGD no hablen de ayuda (se utiliza el término solidaridad como sinónimo) el principal indicador que maneja el sector es el de Ayuda Oficial al Desarrollo, porque la cooperación, no hay que olvidarlo nunca se ha movido del marco de la presunta generosidad de "los países donantes", no en términos de redistribución impositiva.
¿Con la actual crisis, qué tiene que hacer a partir de ahora las ONGD para cambiar la sociedad? ¿Qué discursos y mensajes tienen que incorporar? ¿Qué movilización provocar? ¿Qué límites infranqueables hay que poner al paradigma de la llamada austeridad? ¿Por qué no se habla de codicia si no es para culpabilizar al conjunto de la sociedad de un afán desmedido de lucro? El discurso de muchas ONGD adolece de consistencia argumental, y de contexto y visión política. La comunicación de estas organizaciones ha sido muchas veces previsible, y por lo tanto aburrida.



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