26 mayo 2012

La "edad de la apariencia", según López Burniol

Fragmento de un artículo suyo en La Vanguardia (26-5-12)

"sería injusto limitar esta edad de la apariencia al ámbito empresarial. En el campo de la política, la prevalencia de la apariencia sobre la realidad ha sido aún más generalizada en el espacio, más sostenida en el tiempo y más obscena en el resultado. Han sido y son legión, a babor y estribor, los políticos que se niegan a dar el nombre de las cosas; los que eluden o dilatan la adopción de medidas necesarias por razones electorales; los que están obsesionados por la imagen; los que son esclavos de las encuestas y obsesos de los sondeos; los que se muestran obsequiosos y serviles con los fuertes, y altaneros y déspotas con los débiles; los que están ligados por una enfermiza relación de amor-odio a unos medios de comunicación de los que en buena medida dependen; y los que permanecen, en fin, en el primer tiempo del saludo ante los poderosos, a los que podrían repetir con unción las palabras del Magnificat: "Ecce ancilla Domini, fiat mihi secundum verbum tuum", esto es, "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra"".


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  • Juan-José López Burniol en La Vanguardia (26-3-11), sobre una reflexión del fallecido historiador Tony Judt

"Hemos olvidado –nos dice– cuatro cosas básicas: 1. El significado terrible de la guerra: los nacidos entre 1930 y 1945 somos la primera generación europea que, después de siglos, no ha tenido que ir al frente. 2. Las dificultades enormes que costó construir el Estado social de derecho, hoy en entredicho, como marco de convivencia en la justicia. 3. Lo absurdo y contraproducente que resulta someter las políticas públicas a las solas exigencias de un economicismo estrecho, pretendidamente científico y –precisamente por ello– dogmático. 4. La necesidad de un constante debate de ideas, hoy difícil por la escasez de intelectuales independientes, es decir, ajenos a subvenciones y sinecuras. Así, no es extraño –concluye– que, al olvidar el siglo XX, hayamos olvidado también sus lecciones y, por ello, “en nuestro nuevo culto del sector privado y del mercado, ¿no habremos simplemente invertido la fe de una generación anterior en la propiedad pública y el Estado o la planificación? Después de todo, nada es más ideológico que la proposición de que todos los asuntos y políticas, públicos y privados, deben inclinarse ante la globalización económica, sus leyes inevitables y sus insaciables demandas”.



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