18 junio 2013

Ideas y progreso

Reflexiones sobre la forma de encarar la realidad hace cinco años


Jon Sobrino, en la revista El Sur, de Medicus Mundi (junio 2008)  

“¿Seguimos pensando que nosotros los europeos somos lo real y que América Latina es lo accidental? Y, ¿qué decir de África?”.



Adela Cortina, en Temas para el debate (junio 2008)

"los Objetivos del Milenio deben ser "Deberes ya" para la humanidad, porque hay medios más que suficientes para alcanzarlos y sólo falta voluntad". 
"No es tiempo de más sofisterías, sino de hacer ya lo que demos que hay que hacer". 

Francesc de Carreras en Temas para el debate (junio 2008)

"En el siglo XXI, progresar debe significar que los seres humanos sean libres, es decir, no sean esclavos de las necesidades materiales ni sean explotados por otros hombres. Avances científicos y conciencia moral deben seguir siendo los instrumentos del progreso".

Foto: Medicus Mundi Navarra


Saber más:


  • El progreso social no es un automatismo. Javier Arellano, director general de Alboan, en la memoria de esta ONG (2005)

“Han pasado los tiempos en los que se podía creer, con cierta inocencia, que la locomotora de la historia nos transportaría hacia un futuro feliz: el mito del “progreso” como necesidad histórica ha muerto. Todos los elementos que parecían ser el motor imparable del desarrollo, como la ciencia, la tecnología o la economía, revelan hoy su ambivalencia. La experiencia nos indica que no se puede confiar en soluciones automáticas y fáciles.

Esto no significa que no sea posible un mundo más justo y fraterno, simplemente significa que éste no vendrá de forma automática y que tendrá que ser construido por la propia humanidad. Por eso debemos tomarnos en serio tres elementos centrales de lo humano: la libertad, la posibilidad de cambiar las cosas y la voluntad. (…)
Dijo Séneca que “no existe viento favorable para la persona que no sabe dónde va”. Lo mismo podemos decir de las organizaciones, incluida ALBOAN (…)”


  • Javier Arellano en Diario de Navarra (diociembre de 1997):

    “Olvidamos las trabas que les ponemos a la comercialización de sus productos, ni los programas de ajuste estructural que nuestros gobiernos alientan. Se olvidan las soluciones políticas, que son las complicadas y comprometidas y nos contentamos con la caridad”.
    Arellano demandaba en este artículo “autocrítica”: “Las instituciones dedicadas a la solidaridad corremos el peligro de convertirnos en expendedores de tranquilidad de conciencia”.

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