"Los periodistas sabemos que quien controla el lenguaje tiene las de
ganar, porque será capaz de crear un marco conceptual propicio a sus intereses.
Por eso intentamos ser cuidadosos con la elección de las palabras y tenemos
debates apasionados sobre la intersección entre semántica (lo que quieren decir
las palabras) y semiótica (cómo son interpretadas por el lector). De manera
quizás inconsciente, como un virus que se transmite por el aire y se te inocula
de manera inadvertida, de un tiempo a esta parte se ha instalado entre la
periodística española la costumbre de tildar el independentismo catalán de locura. Así, sin más.
Los latiguillos que más se utilizan van desde la susdicha “locura” hasta el “ desvarío”, pasando
por la “demencia colectiva” de la que hablaba Manuel Vicent en un artículo en
El País. (…)
¿qué significa atribuir la condición de “loco” a alguien,
sea Mas o, sobre todo, los dos millones de personas que votaron a favor de la
independencia el pasado 27-S? En primer lugar conlleva la negación de cualquier
diálogo posible. Con los locos no se habla y mucho menos se negocia. Si acaso
se les encierra o, en el mejor de los casos, se los medica y se les aplica un
tratamiento de choque que les haga volver al mundo de la cordura, de la gente
normal, como le gusta decir a Mariano Rajoy. La consecuencia inmediata es la deshumanización del
conjunto de los independentistas. Dejan de ser personas adultas con capacidad
de raciocinio, individuos a los que hay que tener en cuenta, para pasar a ser
alguien de quien se puede prescindir en el debate público".
No hay comentarios:
Publicar un comentario