19 abril 2016

Múltiples

Artículo en Diario de Noticias (17-4-16)

Dice Bernardo Atxaga que su Euskal Hiria, la metáfora de la ciudad vasca plural, no verá la luz. Dijo Eduardo Galeno, fallecido hace ahora un año, que la utopía sirve para caminar en un tránsito siempre incompleto. También la democracia es un proceso inacabable, entrecruzado con la pluralidad; conglomerado de puntos de vista y voluntades cambiantes que son las sociedades pluridentitarias. En el fondo todas, aunque algunas especialmente, como las del área vasconavarra. Llámenla Vasconia, Euskal Herria, Euskal Hiria, o como quieran, con sus dos Estados, dos comunidades autónomas, dos Navarras (Behera y Garaia, por de pronto), tres visiones nacionales, tres nacionalismos, siete provincias o herrialdes, cuatro lenguas (como mínimo) y dos sistemas y proyectos de jefatura de Estado, además de los ejes izquierda-centro-derecha. Un archipiélago minúsculo ahogado en mareas de incomunicación, pasados severamente enfrentados, y un presente huérfano de consensos básicos, ni siquiera nominales; algunos de los cuales no provocaban tantos quebraderos de cabeza hace décadas. Como el hecho de que buena parte de la población navarra que no sabe euskera asuma natural la existencia de la realidad latina o hispana, y rechace de plano cualquier mención a ese espacio comunitario y no transoceánico que comparte la lengua vasca, descrito en 1643 por el navarro Axular como Euskal Herria. Hasta el punto que “vasco” pasó a ser de facto un término proscrito fuera del nacionalismo, sustituido por vascófono, para dividir en el pasado reciente al territorio y a sus habitantes, por medio de una ley. 

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