Análisis en Diario de Noticias (8-4-18). Cinco meses
después de la puesta en marcha del 155, no solo el independentismo acusa la
fatiga de la excepcionalidad. La estrategia del Estado se erosiona y cada vez está
más cuestionada
Puigdemont en Berlín. Discurso de diálogo;
una demanda que ya hizo pública de forma insistente antes y después del 1-O, pero
que desde Alemania recobra enjundia, tras el revés de la justicia al Estado
español. En política un buen relato se sintetiza en una frase, e incluso en una
palabra. El diálogo es a la vez algo humilde y ambicioso, conciliador pero firme.
Apela al realismo de las partes en conflicto, en este caso sobre la base de los
resultados del 21 de diciembre: equilibrio entre independentistas y no
independentistas y al mismo tiempo amplia pero muy plural mayoría pro soberanista.
Con la suspensión del autogobierno catalán, medio
Govern de Puigdemont en el exilio y otro
medio en la prisión, la primera necesidad del independentismo tras la puesta en
marcha del 155 era conquistar la mayoría electoral el 21-D. Lograda la mayoría
parlamentaria, quedaba la carta de la constancia frente a la estrategia de de
beligerancia urdida por el Gobierno de Rajoy.